LAS HABAS Y SU ORIGEN IMPURO

LAS HABAS Y SU ORIGEN IMPURO

8ª/8 PARTE “LA LISTA NEGRA DE LAS PLANTAS PROHIBIDAS”

1. LA LISTA NEGRA DE LAS PLANTAS “PROHIBIDAS” EN LA ANTIGÜEDAD
2. LA ZANAHORIA: LA MALDICIÓN DEL COLOR PÚRPURA
3. LAS PATATAS: EL ALIMENTO DE LOS DIOSES
4. LAS HABAS: UNA PLANTA AMBIVALENTE
5. LAS HABAS Y PITÁGORAS: MITOS Y LEYENDAS
6. LAS HABAS EN LA RELIGIÓN ANTIGUA Y LA MITOLOGÍA
7. LAS HABAS Y OTROS RITUALES ROMANOS
8. LAS HABAS Y SU ORIGEN IMPURO

Como decimos este vínculo con la muerte facilitó el paso hacia la declaración que fueran también “contaminadas” y por tanto impuras. Homero consideraba las habas negras impuras, según él, en ellas residían las almas de las sombras que regresaban del Hades.

Rápido su impuridad se relacionó con los efectos negativos que causaba su digestión. Plinio afirmó que “embotaban los sentidos y producían pesadillas”, motivo suficiente para que los pitagóricos las condenaran. Cicerón aconsejaba citando a Platón, que era mejor “ir a dormir con la digestión hecha, para que nada perturbara al espíritu”.

Junto con la consecuencia de la difícil digestión, las habas se hicieron famosas por ser consideras afrodisíacas, por lo que los pitagóricos aconsejaban abstenerse.

Otra consideración al respecto era la creencia que a través de la expulsión de los gases que ocasionaban la digestión de las habas, el espíritu podría huir del cuerpo. Esta idea también la pensaban de los bostezos y del aliento, por ser ruidos ocasionados por el aire como los últimos estertores antes de morir.

El aire permite la vida, a través de éste el hombre respira y puede vivir. El “aliento divino” que dio la vida al hombre y que cuando falta y expulsa el aire por última vez, expira. Por esta razón se creía que cualquier salida del aire conlleva estar más cercano a la muerte.

Entre las muchas y curiosas prohibiciones que tenía el antes mencionado Flamen Dial, importante sacerdote de Júpiter en la Antigua Roma, una hace referencia a los alimentos que producían aerofagia. En efecto le estaba prohibido tocar y de consecuencia comer cualquier alimento fermentado o con levadura por la creencia que existía una presencia “espiritual” encerrados en los mismos.

LAS HABAS: SU VÍNCULO CON LA VIDA Y LA MUERTE

La apariencia externa de la semilla (globulosa y membranosa), semejante a un embrión, encierra el simbolismo del fruto que es, pero en esta ocasión con mayor razón, considerado portador de vida. Una vida que antes era muerta.

Como tal se identifica con la fertilidad y la muerte. De ahí su relación con los difuntos aunque parezca contradictorio. Tenemos que tener en cuenta que en la mentalidad antigua, la muerte, la resurrección y la procreación estaban estrechamente unidos en un ciclo vital. Este sistema cíclico de la vida era aún más patente en los vegetales que germinaban en cada estación, ofreciendo su fruto para después morir y después recomenzar de nuevo. De ahí la idea de la reencarnación.

La vida conducía inevitablemente a la muerte y así transitaba en un círculo perpetuo. La tierra representaba lo femenino y por tanto la germinación y la vida, pero también el inframundo y con el lo infernal.

Para nacer de nuevo era necesario morir a priori, como narraba el mito de Proserpina y los demás relatos de los dioses de la vegetación. Por este motivo no es de extrañar que las habas estén presente en tantos rituales tan diferentes, tanto funerarios como nupciales.

Otra creencia que muestra ulteriormente este intrigante, oscuro y macabro vínculo entre las habas, la tierra, la vida y la muerte, requería recolectar una flor de habas, cuando todavía estaba creciendo.

Enterrada dentro una vasija de barro al atardecer, se dejaba reposar bajo tierra durante 3 meses. Pasados los 90 días prescritos se podía desenterrar la vasija y descubrir lo que había en su interior. La flor de haba se habría convertido en una cabeza de un niño o en su defecto en un genital de mujer, “pudendum muliebre”.

Este hecho que se retenían como infalible, indicaba la capacidad generativa y fertilizante de la haba, la cual era capaz de crear hasta una cabeza de niño.

Esta “capacidad generativa” nos recuerda el poder procreador que se daba a la sangre humana, es decir a la “fermentación” de gotas de sangre de las cuales se habrían generado tantas criaturas mitológicas, como Pegaso, Afrodita, etc.

Según Jean Chevalier, filósofo, teólogo francés y escritor del famoso “Dictionnaire des symboles” (“Diccionario de símbolos“), publicado por primera vez en 1969, en cuyo libro se recoge una magnífica ilustración antropológica cultural de los mitos y el folclore de diversas civilizaciones, el haba simbolizaba el embrión, por su forma globulosa y venosa, de ahí la creencia de su capacidad generadora de vida.

Una reliquia de este simbolismo del haba con el embrión, la encontramos en el roscón de reyes, típico dulce de Navidad español, conmemorativo del nacimiento de Jesús en la tradición cristiana.

Originariamente en su interior precisamente se escondía un haba, imagen del embrión y la vida y por tanto símbolo de la Navidad. Posteriormente se reemplazó con un pequeño bebé de porcelana, y más tarde diversificó en figuritas de plástico. Además en algunas tradiciones populares todavía se dice que quién encuentre el haba, se casará pronto.

OTROS VEGETALES EN LA “LISTA NEGRA”

Como las habas, también otros alimentos vegetales que recordaban a los huevos, como las granadas, fueron prohibidas por algunas tendencias culturales, como lo fueron las lentejas.

Como los mismos huevos o animales que los pusieran. Esta prohibición se basaba en la misma idea, en que en ellos residía el alma de los muertos.

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